miércoles, 16 de mayo de 2018

Port Kaituma, Barima-Waini, Guyana

Dos semanas aquí me han demostrado que vivir en Guyana, al menos en esta zona limítrofe con Venezuela, es difícil en todos los aspectos. Si en mi país los servicios públicos son precarios, aquí no existen. El acceso al Internet es muy limitado, el servicio eléctrico muy deficiente, las vías de comunicación no existen en algunos lugares y, para culminar, el sectarismo por las diferencias entre clases sociales y las religiones hacen que la convivencia en esta parte del mundo sea bastante tensa por momentos.
Mi llegada a Port Kaituma inicialmente fue buena, solo tomé una avioneta desde Mabaruma hasta aquí y me creí evitarme muchos sobresaltos por lo tortuosa que puede ser la carretera (sin asfaltar) en medio de la selva. Pero una vez allí, los problemas comenzaron a aparecer por arbitrariedades con respecto a mi pasaporte (según las autoridades migratorias, es falso, todo ello gracias a la prórroga que hicieron los directivos del Saime y que no han notificado a todos los países aún). Estuve detenido, incomunicado e indocumentado por los siguientes diez días porque mis documentos fueron enviados a Georgetown ante el consulado de Venezuela para confirmar primero mi identidad y segundo, que el pasaporte realmente fuera válido.
Si bien mi tiempo de cautiverio no estuvo enmarcado en hacinamiento ni tragedias como las que a diario se reseñan en las cárceles venezolanas, tampoco fue del todo grato, pues entre el aislamiento, los zancudos, el sofocante calor y la evidente xenofobia hicieron que el rato aquí llegara a límites intolerables.
Una vez solucionado el impasse incluso se me cuestionó si servía a algún cuerpo de inteligencia venezolana (si supieran que la inteligencia en los cuerpos policiales de mi país está de vacaciones) y al no verificarse nada, pues no tuvieron más remedio que liberarme y respetar el tránsito en su país.
Recorrí las calles de Port Kaituma luego de un tremendo aguacero seguido inmediatamente por el eterno calor guyanés y puedo resumir esta ciudad en esta palabra: "Barro"... Es imposible andar en buenas condiciones de limpieza aquí pues el barro y el polvo abundan por doquier.
Las zonas más urbanizadas de Port Kaituma son idénticas todas, vías en muy mal estado donde se hace necesario transportarse en automóviles todo terreno. Las tiendas son pequeños establecimientos comerciales más parecidos a las bodegas de los barrios venezolanos donde la mercancía en su mayoría es producto del contrabando. Hay solo dos hoteles y en ninguno existe aire acondicionado pues, al igual que en Mabaruma, el servicio eléctrico es muy limitado.


Definitivamente no es el mejor lugar donde estar de vacaciones, pero no todo es malo, la atención dentro del hotel donde me instalé valió la pena, pues se mostraron bastante atentos para atenderme en todo.
Estas dos últimas fotos son imágenes de una parada de carros por puesto local y la última, de una vista desde la ventana de mi habitación. Y un plus más, mi transporte hasta Arakaka. Seguiré explorando este país, espero en circunstancias mejores...


PD. Este río es el conocidísimo Barima.

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