Ayer crucé el Esequibo, frontera natural para mi y para la mayoría de venezolanos con la República Cooperativa de Guyana. Aunque la bandera refleje otra cosa, pienso y creo que existen fundamentos probatorios para considerar al río Esequibo como nuestro; sin embargo, y es muy triste reconocerlo, en esta parte del mundo nadie, absolutamente ninguno de los habitantes, se considera venezolano. Hemos perdido no solo la soberanía sobre estas vastas tierras, sino también hemos abandonado y permitido el adoctrinamiento e ideologización de todos los venezolanos al occidente de este emblemático río.
Resalto que hay tiempo, pues por todo lo anteriormente visto Guyana tampoco ha hecho mayor cosa en la región, pues la infraestructura es bastante precaria en todos los aspectos, no hay ciudades grandes y más bien se asemejan a pueblos pequeños esparcidos a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional. A mi modo de ver, los habitantes de nuestra zona en reclamación viven bajo los efectos de una intensiva propaganda donde constantemente se ve a todo lo venezolano como enemigo y pernicioso, algo tan irreal y absurdo pues me consta de hecho que la región vive del contrabando con nuestros productos e incluso de nuestro combustible. Lamentablemente también veo que existe muy poca vocación a nivel gubernamental por dirimir de una vez por todas este litigio, quien sabe bajo que intereses de por medio y peor aún, la actual crisis de mi país podría ser aprovechada por Guyana para poner fin a cualquier petición venezolana.
En fin, hablaré de Parika, este es el primer puerto fluvial de Guyana atravesando el Esequibo. Es un sitio donde el comercio es bastante activo y muestra de ello lo representan la presencia de varios bancos internacionales.
Cuenta con una pequeña estación de policía muy parecida a las que se ven en las películas del género western, un pequeño hospital y como siempre, varios templos religiosos que contrastan en la diversidad de creencias, hay adventistas, musulmanes, cristianos, hindúes y muchas sectas más. la imagen de abajo corresponde al Templo Hindú de Parika.
Existe una gran carretera que comunica con la ciudad de Tuschen (donde actualmente me encuentro), la cual no solo atraviesa toda la localidad, sino que nos permite conocer el principal destino de la zona, el mercado, el cual se encontraba cerrado al momento pues el día principal es el domingo.
Siguiendo por la carretera, a no más de cinco minutos encontramos un club privado que se encarga de administrar la playa Bushy, sin duda lo mejor que vi. Desde ella se pueden ver los ferrys que cruzan el Esequibo hasta Anna Regina.
jueves, 4 de octubre de 2018
viernes, 21 de septiembre de 2018
Anna Regina, Pomeroon - Supenaam, Guyana
Ayer estuve en la ciudad de Anna Regina. Otra ciudad costera de la región del Pomerún y del Atlántico donde es constante el calor por la altísima humedad; es la primera ciudad propiamente dicha que conozco de Guyana, la cual cuenta con toda la infraestructura propiamente para hacer gala de tal distinción.
Anna Regina cuenta con un puerto fluvial altamente concurrido pero poco tecnificado.También tiene varias instituciones bancarias lo que resalta la actividad comercial en la zona.
A mi modo de ver, pese a que es una ciudad dinámica y pujante, carece de algún elemento distintivo que la identifique en el mundo; aunque es notable la labor que desempeñan en el sector turístico los propietarios de par de resorts que se ubican en los lagos Capoey y Mainstake. Son muy bonitos y valen la pena visitarlos, aparte de que promueven variedad de actividades en sus instalaciones como el canotaje, las excursiones en las sabanas de la zona y muchas más.
Como es costumbre, esta ciudad también cuenta con diversidad de instituciones religiosas, aquí tomé dos fotos, una del templo budista y la otra de la mezquita, lo cual resalta (una vez más) la riqueza cultural de Guyana.
jueves, 23 de agosto de 2018
Entre Charity y Anna Regina, Pomeroon - Supenaam, Guyana
A medida que me adentro en Guyana me familiarizo no solo con los hábitos y costumbres de sus habitantes, también aprendo de su rica cultura y descubro lugares pintorescos inimaginables dentro de lo que yo conocía por libros e Internet sobre este país.
Por ejemplo, existen varios pueblos y comunidades pequeñas a lo largo de una gran carretera que linda en todo su trayecto con el Atlántico entre las dos ciudades. Es impresionante observar la perfecta armonía en la que conviven musulmanes, católicos, anglicanos, budistas y demás credos respetándose cada quien por sus orígenes y creencias, todos bajo una sola nacionalidad e identidad, la guyanesa.
Esta pequeña iglesia anglicana cumple sus funciones en la localidad de Saint Agnes y desempeña una amplia y bien estructurada labor social.
En este caso en un templo budista que funciona en Hampton Court, y figúrese como varían los modelos arquitectónicos entre uno y otro templo. Resalto también que en Hampton Court se celebran los festivales más grandiosos de esta religión y en esta zona.
En uno de los tantos rincones de la carretera me encontré esta procesadora de arroz llamada Kaymans.
Y aunque esta imagen no es tan llamativa, pues es otro templo anglicano más a lo largo de la vía.
Mi almuerzo, arroz con pato en salsa al curry y una buena cerveza.
Antes de llegar a Richmond me encontré este otro templo budista, la verdad el nombre me resultó impronunciable y por ello evité transcribirlo. Sin embargo; es una belleza...
miércoles, 8 de agosto de 2018
Charity, Pomeroon - Supenaam, Guyana
Más de dos meses sin registrar nada aquí debido a un intempestivo regreso a San Cristóbal.
Nuevamente estoy en Guyana, haciendo un recorrido personal tratando de escapar de la rutinaria crisis venezolana y avisorando nuevos panoramas para el desarrollo de mi profesión y consecuente manutención de mi familia.
Llegué a Charity (Caridad en español), una pequeña ciudad de las muchas que abundan en este país, donde la vida es bastante calmada dependiendo económicamente del comercio intercitadino y donde los mejores sitios de esparcimiento están a orillas del río Pomeroon.
El puerto es una zona pequeña muy activa, con gente muy amable y con muy buenos panoramas naturales y donde se puede apreciar la gran variedad de frutas y verduras que se consumen y producen aquí.
Cuenta además con un centro comercial llamado A&S con mayoría de artículos traídos por comerciantes de la India y de países musulmanes. Recordemos que Guyana es tierra fértil para la inmigración por su pasado colonial inglés.
Sus habitantes conviven en total libertad de cultos pese a ser una ciudad con menos de dos mil personas. Encontré un pequeño templo budista, una iglesia católica, una iglesia Wellesleyana (ni idea de que tipo de cultos practican y que se debe su fe), un templo adventista y una mezquita.
Cuando se pasea por la ciudad es inevitable degustar la gastronomía local, abundantes son las raciones de pollo y los peces recién salidos del río, todos ellos bajo la exótica mezcla de sabores que ofrece la variedad cultural guyanesa.
Me alojé en un hotel sencillo próximo a la única estación de servicio.
Fue una grata sorpresa conocer este lugar. Esperemos seguir conociendo y a lo mejor, encontrar donde construir futuro.
Nuevamente estoy en Guyana, haciendo un recorrido personal tratando de escapar de la rutinaria crisis venezolana y avisorando nuevos panoramas para el desarrollo de mi profesión y consecuente manutención de mi familia.
Llegué a Charity (Caridad en español), una pequeña ciudad de las muchas que abundan en este país, donde la vida es bastante calmada dependiendo económicamente del comercio intercitadino y donde los mejores sitios de esparcimiento están a orillas del río Pomeroon.
El puerto es una zona pequeña muy activa, con gente muy amable y con muy buenos panoramas naturales y donde se puede apreciar la gran variedad de frutas y verduras que se consumen y producen aquí.
Cuenta además con un centro comercial llamado A&S con mayoría de artículos traídos por comerciantes de la India y de países musulmanes. Recordemos que Guyana es tierra fértil para la inmigración por su pasado colonial inglés.
Sus habitantes conviven en total libertad de cultos pese a ser una ciudad con menos de dos mil personas. Encontré un pequeño templo budista, una iglesia católica, una iglesia Wellesleyana (ni idea de que tipo de cultos practican y que se debe su fe), un templo adventista y una mezquita.
Cuando se pasea por la ciudad es inevitable degustar la gastronomía local, abundantes son las raciones de pollo y los peces recién salidos del río, todos ellos bajo la exótica mezcla de sabores que ofrece la variedad cultural guyanesa.
Me alojé en un hotel sencillo próximo a la única estación de servicio.
Fue una grata sorpresa conocer este lugar. Esperemos seguir conociendo y a lo mejor, encontrar donde construir futuro.
jueves, 17 de mayo de 2018
Arakaka, Barima-Waini, Guyana
Arakaka es un caserío en medio de la selva amazónica dedicado a la extracción de minerales como el oro y el manganeso.
Tiene dos formas de acceso, por tierra o por el río (mi opción, pues no conocía la existencia de una carretera y bueno, tampoco pregunté). Cuenta con muy pocos habitantes, en su mayoría son descendientes de razas indígenas, pero todos, absolutamente todos, tienen alguna relación con la minería.
El comercio es la segunda fuente de riquezas en la localidad, trayéndose la mercancía desde Port Kaituma y Matthew's Ridge. Los problemas ambientales consecuencia de la extracción del oro no son los únicos problemas de esta localidad donde la policía es apenas un nombre. Sus habitantes viven del miedo producto de la violencia y esta situación es parte cotidiana ya que, al parecer, quien viene aquí es único responsable de su vida.
Otrora fue un sitio de emigración hacia Venezuela, hoy es receptor de connacionales dedicados a la minería ilegal y al tráfico de drogas.
Al no haber mayores cosas que contar, aquí les dejo dos únicas fotos de mi travesía por el río Barima.
Tiene dos formas de acceso, por tierra o por el río (mi opción, pues no conocía la existencia de una carretera y bueno, tampoco pregunté). Cuenta con muy pocos habitantes, en su mayoría son descendientes de razas indígenas, pero todos, absolutamente todos, tienen alguna relación con la minería.
El comercio es la segunda fuente de riquezas en la localidad, trayéndose la mercancía desde Port Kaituma y Matthew's Ridge. Los problemas ambientales consecuencia de la extracción del oro no son los únicos problemas de esta localidad donde la policía es apenas un nombre. Sus habitantes viven del miedo producto de la violencia y esta situación es parte cotidiana ya que, al parecer, quien viene aquí es único responsable de su vida.
Otrora fue un sitio de emigración hacia Venezuela, hoy es receptor de connacionales dedicados a la minería ilegal y al tráfico de drogas.
Al no haber mayores cosas que contar, aquí les dejo dos únicas fotos de mi travesía por el río Barima.
miércoles, 16 de mayo de 2018
Port Kaituma, Barima-Waini, Guyana
Dos semanas aquí me han demostrado que vivir en Guyana, al menos en esta zona limítrofe con Venezuela, es difícil en todos los aspectos. Si en mi país los servicios públicos son precarios, aquí no existen. El acceso al Internet es muy limitado, el servicio eléctrico muy deficiente, las vías de comunicación no existen en algunos lugares y, para culminar, el sectarismo por las diferencias entre clases sociales y las religiones hacen que la convivencia en esta parte del mundo sea bastante tensa por momentos.
Mi llegada a Port Kaituma inicialmente fue buena, solo tomé una avioneta desde Mabaruma hasta aquí y me creí evitarme muchos sobresaltos por lo tortuosa que puede ser la carretera (sin asfaltar) en medio de la selva. Pero una vez allí, los problemas comenzaron a aparecer por arbitrariedades con respecto a mi pasaporte (según las autoridades migratorias, es falso, todo ello gracias a la prórroga que hicieron los directivos del Saime y que no han notificado a todos los países aún). Estuve detenido, incomunicado e indocumentado por los siguientes diez días porque mis documentos fueron enviados a Georgetown ante el consulado de Venezuela para confirmar primero mi identidad y segundo, que el pasaporte realmente fuera válido.
Si bien mi tiempo de cautiverio no estuvo enmarcado en hacinamiento ni tragedias como las que a diario se reseñan en las cárceles venezolanas, tampoco fue del todo grato, pues entre el aislamiento, los zancudos, el sofocante calor y la evidente xenofobia hicieron que el rato aquí llegara a límites intolerables.
Una vez solucionado el impasse incluso se me cuestionó si servía a algún cuerpo de inteligencia venezolana (si supieran que la inteligencia en los cuerpos policiales de mi país está de vacaciones) y al no verificarse nada, pues no tuvieron más remedio que liberarme y respetar el tránsito en su país.
Recorrí las calles de Port Kaituma luego de un tremendo aguacero seguido inmediatamente por el eterno calor guyanés y puedo resumir esta ciudad en esta palabra: "Barro"... Es imposible andar en buenas condiciones de limpieza aquí pues el barro y el polvo abundan por doquier.
Las zonas más urbanizadas de Port Kaituma son idénticas todas, vías en muy mal estado donde se hace necesario transportarse en automóviles todo terreno. Las tiendas son pequeños establecimientos comerciales más parecidos a las bodegas de los barrios venezolanos donde la mercancía en su mayoría es producto del contrabando. Hay solo dos hoteles y en ninguno existe aire acondicionado pues, al igual que en Mabaruma, el servicio eléctrico es muy limitado.
Definitivamente no es el mejor lugar donde estar de vacaciones, pero no todo es malo, la atención dentro del hotel donde me instalé valió la pena, pues se mostraron bastante atentos para atenderme en todo.
Estas dos últimas fotos son imágenes de una parada de carros por puesto local y la última, de una vista desde la ventana de mi habitación. Y un plus más, mi transporte hasta Arakaka. Seguiré explorando este país, espero en circunstancias mejores...
PD. Este río es el conocidísimo Barima.
Mi llegada a Port Kaituma inicialmente fue buena, solo tomé una avioneta desde Mabaruma hasta aquí y me creí evitarme muchos sobresaltos por lo tortuosa que puede ser la carretera (sin asfaltar) en medio de la selva. Pero una vez allí, los problemas comenzaron a aparecer por arbitrariedades con respecto a mi pasaporte (según las autoridades migratorias, es falso, todo ello gracias a la prórroga que hicieron los directivos del Saime y que no han notificado a todos los países aún). Estuve detenido, incomunicado e indocumentado por los siguientes diez días porque mis documentos fueron enviados a Georgetown ante el consulado de Venezuela para confirmar primero mi identidad y segundo, que el pasaporte realmente fuera válido.
Si bien mi tiempo de cautiverio no estuvo enmarcado en hacinamiento ni tragedias como las que a diario se reseñan en las cárceles venezolanas, tampoco fue del todo grato, pues entre el aislamiento, los zancudos, el sofocante calor y la evidente xenofobia hicieron que el rato aquí llegara a límites intolerables.
Una vez solucionado el impasse incluso se me cuestionó si servía a algún cuerpo de inteligencia venezolana (si supieran que la inteligencia en los cuerpos policiales de mi país está de vacaciones) y al no verificarse nada, pues no tuvieron más remedio que liberarme y respetar el tránsito en su país.
Recorrí las calles de Port Kaituma luego de un tremendo aguacero seguido inmediatamente por el eterno calor guyanés y puedo resumir esta ciudad en esta palabra: "Barro"... Es imposible andar en buenas condiciones de limpieza aquí pues el barro y el polvo abundan por doquier.
Las zonas más urbanizadas de Port Kaituma son idénticas todas, vías en muy mal estado donde se hace necesario transportarse en automóviles todo terreno. Las tiendas son pequeños establecimientos comerciales más parecidos a las bodegas de los barrios venezolanos donde la mercancía en su mayoría es producto del contrabando. Hay solo dos hoteles y en ninguno existe aire acondicionado pues, al igual que en Mabaruma, el servicio eléctrico es muy limitado.
Definitivamente no es el mejor lugar donde estar de vacaciones, pero no todo es malo, la atención dentro del hotel donde me instalé valió la pena, pues se mostraron bastante atentos para atenderme en todo.
Estas dos últimas fotos son imágenes de una parada de carros por puesto local y la última, de una vista desde la ventana de mi habitación. Y un plus más, mi transporte hasta Arakaka. Seguiré explorando este país, espero en circunstancias mejores...
PD. Este río es el conocidísimo Barima.
viernes, 27 de abril de 2018
Mabaruma, Barima-Waini, Guyana
Describir mi llegada a la República Cooperativa de Guyana es, de algún modo, algo ilógico. Mientras la gran mayoría de connacionales se encuentran haciendo maletas para emigrar a Colombia y Brasil, yo me decidí por hacer una ruta poco convencional por nuestro otro vecino, Guyana. Sin importar problemas políticos, económicos ni limítrofes, solo motivado por la curiosidad de encontrarme con el panorama de este país tan desconocido para nosotros los venezolanos.
Comencé viajando en autobús desde mi natal San Cristóbal hasta la ciudad de La Fría (Táchira); desde ahí vía aérea hasta Puerto La Cruz (Anzoátegui) y desde ahí por tierra hasta Tucupita y por lancha hasta el pueblo de Curiapo (Delta Amacuro). Desde allí, en la sobriedad y clandestinidad que brinda la noche pasé en una canoa que contrabandea gasolina hasta la ciudad de Mabaruma, actual capital del Distrito Barima-Waini.
Como en todo pueblo lejano de la civilización, es una localidad donde la mejor ley la brinda el dinero, el contrabando y la minería ilegal. Abunda la corrupción policial y por ser un lugar tan pequeño es rápidamente notoria la presencia de un extranjero prestándose esta eventualidad para cobrar algo de dinero por cualquier cosa. Aquí, al igual que en Cúcuta (Colombia) se tiene al venezolano con el concepto de mendigo y es un tanto chocante encontrarse con la xenofobia en un lugar donde no existe nada...
La población local está fuertemente influenciada por diversas sectas religiosas que hacen vida en todo el país; además, pese a ser una ciudad pequeña, cuenta con una amplia diversidad poblacional conviviendo hindúes, arawacos, descendientes de ingleses y negros en un todo.
La vida aquí gira en torno al inmenso río Barima. Intimidante a cualquier hora del día y más cuando llueve, como me tocó presenciarlo por unas horas.
Resalto que aquí no hay electricidad en ningún hotel sino desde las tres hasta las siete de la noche y ello merced a las plantas eléctricas provistas por el gobierno nacional. No existen cajeros electrónicos y circulan el dólar guyanés, el bolívar y el dólar americano.
Es poco lo que ha dominado el ingenio humano en estas tierras; sin embargo hay algo que si noté a simple vista y es que el guyanés es altamente positivo con respecto a su futuro como nación.
A decir verdad, aunque al principio hubo algo de hostilidad de parte de los funcionarios de migración del país, los agregados ingleses de diversas misiones se encargan de cambiar el rostro al visitante. Aquí les dejo unas tomas de la localidad.
Dejé Mabaruma para dirigirme a Port Koituma y luego regresaré al norte, a Morajuana. Espero descubrir una mayor diversidad en nuestro litigante vecino.
Comencé viajando en autobús desde mi natal San Cristóbal hasta la ciudad de La Fría (Táchira); desde ahí vía aérea hasta Puerto La Cruz (Anzoátegui) y desde ahí por tierra hasta Tucupita y por lancha hasta el pueblo de Curiapo (Delta Amacuro). Desde allí, en la sobriedad y clandestinidad que brinda la noche pasé en una canoa que contrabandea gasolina hasta la ciudad de Mabaruma, actual capital del Distrito Barima-Waini.
Como en todo pueblo lejano de la civilización, es una localidad donde la mejor ley la brinda el dinero, el contrabando y la minería ilegal. Abunda la corrupción policial y por ser un lugar tan pequeño es rápidamente notoria la presencia de un extranjero prestándose esta eventualidad para cobrar algo de dinero por cualquier cosa. Aquí, al igual que en Cúcuta (Colombia) se tiene al venezolano con el concepto de mendigo y es un tanto chocante encontrarse con la xenofobia en un lugar donde no existe nada...
La población local está fuertemente influenciada por diversas sectas religiosas que hacen vida en todo el país; además, pese a ser una ciudad pequeña, cuenta con una amplia diversidad poblacional conviviendo hindúes, arawacos, descendientes de ingleses y negros en un todo.
La vida aquí gira en torno al inmenso río Barima. Intimidante a cualquier hora del día y más cuando llueve, como me tocó presenciarlo por unas horas.
Resalto que aquí no hay electricidad en ningún hotel sino desde las tres hasta las siete de la noche y ello merced a las plantas eléctricas provistas por el gobierno nacional. No existen cajeros electrónicos y circulan el dólar guyanés, el bolívar y el dólar americano.
Es poco lo que ha dominado el ingenio humano en estas tierras; sin embargo hay algo que si noté a simple vista y es que el guyanés es altamente positivo con respecto a su futuro como nación.
A decir verdad, aunque al principio hubo algo de hostilidad de parte de los funcionarios de migración del país, los agregados ingleses de diversas misiones se encargan de cambiar el rostro al visitante. Aquí les dejo unas tomas de la localidad.
Dejé Mabaruma para dirigirme a Port Koituma y luego regresaré al norte, a Morajuana. Espero descubrir una mayor diversidad en nuestro litigante vecino.
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